sábado, 5 de mayo de 2012

y 3.

Un buen amigo dice que todo lo importante tiene tres partes. Y puede ser. Quizás el 3 encierre algo que lo completa, que lo redondea y lo dota de importancia. O sólo sea un número más. En mi caso supone algo nuevo, ha llegado cerrando una etapa complicada, de la que la mente se abre a codazos y de las que, al terminar, todo parece haber cambiado a tu alrededor aunque no pudiste levantar la vista para verlo.

Por suerte, ha sido un final feliz de esos a los que sólo les falta un fundido en negro. Podría decir que he aprendido mucho pero, sinceramente, sólo a hacer una tesis y el contenido correspondiente. Creo que todo lo que la ha acompañado, esa vida atendida a ratos, es realmente la que ha tenido algo que enseñar. Esa gente que circula por ella a la cual me he cruzado en aulas, en ciudades extrañas, abriendo o cerrando frentes, marcando el camino o borrando las huellas.

Quienes he tenido cerca, me han enseñado a mantener el tipo bajo cualquier situación y yo he aprendido a solas a buscar el porqué de cada una de ellas. En teoría aceptando que la realidad se construye, en la práctica buscando la distancia para entenderla y sospechando, a mi pesar, que la sabiduría se alcanza cuando se acepta la incomprensión ante lo que sucede.

Así inauguro 33 años. Pensando que me voy a regalar un piano y a hacer las paces con una época ya lejana en la que tocaba a diario. Nuevos retos con raíces en el pasado, supongo. Y con muchas ganas de volver al presente.

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